Bienvenidas a Ruda y Cursi, el Diario de una chica -no tan- normal.

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Si el delineador se te corre, se te rompe la media antes de tu cita, las dietas no te funcionan, tu novio te dejó o lo engañaste, tu familia es disfuncional y hasta tus mascotas te odian... acá vas a encontrar a un montón de gente que podrá decirte: ¡Heeelloooooooo, mi vida también se rige bajo las leyes de Murphy! Pero hasta ellas mismas tienden a fallar por aplicar su propia ley... así que no todo está perdido.
Ruda & Cursi es un blog dedicado exclusivamente al relato de varias chicas que un día quisieron mostrarle al mundo que no todo es perfecto. Aquí mismo encontraras desde relatos cortos hasta novelas. ¿Qué esperas para empezar?

miércoles, 6 de abril de 2011

Mery And Audrey, Capitulo 2: Chop Suey.




Mery terminó de ducharse, había sido corto pero embellecedor o al menos eso quería creer cuando se miraba en el amplio espejo que cubría casi todo el baño. Era eso o suicidarse cuando, al ponerse frente de aquel maldito espejo, notaba los kilos demás que tenía —que no eran pocos, por cierto— o aquella estela de una piel que sufrió el acné más que cualquier otra. Cuando estuvo a punto de ajusticiar aquel bendito artilugio que hacía poner a las mujeres más paranoicas, con un simple cortador de cutículas, pensó que sería mucho mejor rebanar su propio cuerpo, a ver si lograba cortar algunas carnes de más que tenía por aquí y por allí. Claro que la idea fue fugaz cuando cayó en la cuenta que necesitaría una cortadora de césped para poder arrancar aquellas flácidas partes en su abdomen que le colgaban y ¡Hola! Tanto le molestaban. No es que ella fuese súper gorda o una indeseable —aunque a juzgar por la relación que mantenía con la mayoría de los hombres, podría estar infectada de lepra que no se enterarían, puesto que prácticamente no la miraban, o carajo, no la tocaban— sino que, además de su falta de gracia, era bastante descortés y grosera con el sexo opuesto.

Cielos, si no dejo de ser tan imbecil voy a quedar solterona como tía Henrietta, y eso no esta bien a menos que te gusten las mujeres… ciertamente como tía Henrietta, aunque no lo reconozca —pensaba maquinándose, mientras envolvía su pelo en una toalla más chica y se metía en la bata— tal como Audrey lo había previsto, aunque ella no lo sabía.

— ¿Qué estas haciendo? —le preguntó Mery a su amiga, enfatizando su interés por aquel papel que la chica tenía entre manos y arrugó cuando ella salió del baño.

—Nnnn, nada —decía Audrey mientras lo colocaba en la parte trasera de su vaquero —es la receta del Chop Suey que voy a hacer para esta noche.

— ¿Chop Suey? ¿Acaso no estábamos a dieta tú y yo? —doble mierda, a Mery no le gustó como sonaba de su boca la palabra estábamos, no es que no deseara hacer una dieta a. e que año, pero la empezarpor dentro se prometi unos...ro -es sexo opuesto.  de mlos demen carácter urgente, es decir, al menos empezarla y que le dure unas… dos o tres horas. Pero no se sentía preparada para empezarla y por dentro se prometió que el lunes lo haría. Claro que no sabía todavía de que año, pero la empezaría.

—Sí… claro que lo estamos, que yo sepa el Chop Suey tiene sombra. —Contestó, todavía nerviosa, su amiga.

—¿Entonces? –Mery entornó los ojos y se fue acercando a ella. Si hay algo que Mery tenía era olfato, y aquella golfa amiga suya le estaba mintiendo, en algo, no sabía en qué, pero mentía, descaradamente.

—Entonces, puedo… invitar a alguna amiga tuya… a que… coma… de… mi… —cada vez estaba más nerviosa.

—Audrey, yo no tengo amigas y lo sabes. —Claro que lo sabía, todavía nadie entendía como había logrado conseguir una, y la tenía enfrente, loca como una cabra. Sí, la suerte estaba totalmente de su lado. De su lado irónico, demás esta decirlo.

—Siempre es bueno que Presidente Miau* tenga algo que comer, aunque sean sobras, tú sabes, él no es exquisito con la comida. —Argumentaba Audrey con una voz apenas audible.

— ¡Audrey! —Gritó Mery saltando sobre ella para alcanzarla y de repente su blonda amiga comenzó a girar alrededor del diván para no ser atrapada. Cuando estuvieron a suficiente distancia para no tocarse una con la otra, Audrey copió el tono de voz con el que la perseguidora le había gritado su nombre y dijo:

—¡Mery!

—Audrie, linda —utilizó el diminutivo del nombre de su amiga para ser cortes —Presidente Miau es un gato de ficción, elegiste el nombre porque te pareció gracioso y por cierto ¡se lo pusiste a tu estupido gatito imaginario!

—Oye, oye, oye, no quieras tratarme como si fuese una idiota —proclamó a su favor—condenadamente quiero hacer un Chop, mis clases de chef lo requieren, es sólo eso.

—Oh —contestó Mery, había olvidado por un microsegundo que su amiga estaba estudiando para eso, y la punzada de rencor recorrió toda su médula haciéndola acordar de cómo  había subido siete espantosos kilos los últimos tres meses desde que Audrey eligió esa penosa carrera que la llevaría a la tumba, o a pensar seriamente en ponerse un cinturón gástrico.

¿Con que cinturón gástrico, eh? Maldita perra sucia y perversa, quítate esa degenerada idea de tus faraónicos sueños de poder y belleza, pagarás miles de dólares por un condenado cinturón, para luego licuar la comida y poder atracarte cuando por vías normales no te entren y decidas suicidarte mediante un estofado de carnes, claro ¡pero hecho liquido, qué ingeniosa, engordadora y depravada idea Mery! –se decía para si misma. Ella juraba sobre el Santo Sudario que no consumía estupefacientes pero… la realidad era que nadie le creía al respecto.

— ¿En qué demonios te quedaste pensando, gordinflona? —preguntó su amiga, quitándola otra vez de entre sus pensamientos. Gracias a Dios que le servía de algo suicidio. , sino ese cerebrito volador contemprartos. ro ¡pero hecho liquido, qun. y belleza, pagari, además de querer engordarla para Acción de Gracias, sino ese cerebrito volador contemplaría el suicidio o la cámara de gas.

—En que debo irme a trabajar si no quiero perder presentismo —adjudicó mientras recordaba por casualidad que la impuntualidad iba a terminar fundiéndola. Si otra vez le descontaban de su sueldo, iba a tener que soportar las burlas de su compañero de trabajo, Bastien, quién de por sí ya le caía bastante mal. 

*

Audrey se había quedado sola cuando Mery partió rumbo a su trabajo, por algún motivo se compadecía de su rellenita amiga y su decisión de trabajar en vez de seguir estudiando. Pero recordó que la madre de Mery era bastante particular, si bien estaban en buena posición, igual que la de ella, para pagar sus estudios, su amiga era una de esas malditas que no querían soportar ni la flamante idea de rendir cuentas de sus gastos con otra persona que no sea ella misma. La disque relación que tenía con su madre no era muy buena, por eso Mery terminó compartiendo el departamento con Audrey y optó por trabajar y mantenerse por cuenta propia. Bueno, en realidad, su relación era pésima, ella no la juzgaba pero ¡por mil demonios, las dos mujeres eran imposibles!
Decidió ir por una bebida al refrigerador cuando volvió a recordar lo que tenía en su parte trasera —y no sólo unos bellos muslos que pellizcar, sino esa estupida carta que le había enviado Anthony— Aquel hombre de rasgos ingleses, como ella imaginaba que debería ser, la había mandado a dar un largo paseo, no uno común y silvestre, él le había dicho ¡figúrate!  Es decir, en pocas palabras la había mandado a la mierda.
Por mil demonios, ella no iba a rendirse y levantó el tubo del teléfono por segunda vez en la mañana, esta vez tendría algunos asuntos que tratar con Anthony, el futuro padre de sus hijos.





*Presidente Miau es el nombre que lleva el gato de Magnus Bane, personaje del libro Cazadores de Sombras (Cassandra Clare)


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